Creencias sobre la depresión y sus tratamientos

Las creencias sobre la depresión influyen directamente en la percepción, aceptación y respuesta al tratamiento. Estas cogniciones, tanto sobre la etiología del trastorno como sobre sus posibles soluciones, pueden facilitar o dificultar la búsqueda de ayuda y la adherencia terapéutica.

Tipos de creencias sobre la depresión

1. Creencias etiológicas

Incluyen ideas sobre el origen de la depresión. Se dividen principalmente en:

  • Biológicas: atribuyen la causa a desequilibrios neuroquímicos, genética o alteraciones cerebrales.
  • Psicológicas: consideran que la depresión proviene de pensamientos disfuncionales, traumas o vulnerabilidades emocionales.
  • Sociales: aluden a factores contextuales como pobreza, aislamiento o estrés.
  • Morales o espirituales: interpretan la depresión como debilidad de carácter, falta de voluntad o castigo.

2. Creencias sobre los tratamientos

Incluyen percepciones sobre la eficacia, riesgos o mecanismos de intervención:

  • Farmacoterapia: puede ser vista como esencial o peligrosa (adicción, efectos secundarios).
  • Psicoterapia: algunas creencias consideran que “hablar no ayuda” o que solo es útil para personas con “problemas graves”.
  • Tratamientos alternativos: se asocian con creencias culturales o desconfianza hacia la medicina convencional.

Variables asociadas a las creencias sobre la depresión

a) Nivel educativo

Mayor nivel educativo suele correlacionar con creencias más ajustadas a la evidencia científica, especialmente respecto a la eficacia de psicoterapia y farmacoterapia.

b) Edad

Personas mayores tienden a mantener creencias más estigmatizantes, mientras que los jóvenes muestran mayor apertura hacia enfoques integradores.

c) Género

Las mujeres suelen presentar mayor disposición a aceptar explicaciones psicológicas y buscar ayuda terapéutica; los hombres tienden más a minimizar o negar los síntomas.

d) Contexto cultural

Las creencias se ven profundamente influenciadas por la cultura. Algunas sociedades favorecen modelos sobrenaturales, mientras que otras promueven la medicalización.

e) Experiencias previas

Haber tenido depresión o contacto cercano con personas tratadas exitosamente suele generar creencias más positivas sobre el tratamiento.

f) Estigma percibido

El estigma —externo o internalizado— distorsiona las creencias, asociando la depresión a debilidad personal y dificultando la búsqueda de ayuda.

Influencia de las creencias en la adherencia al tratamiento

1. Aceptación del diagnóstico

Las creencias disfuncionales dificultan la aceptación del diagnóstico. Por ejemplo, atribuciones morales o espirituales pueden impedir reconocer la depresión como una condición clínica.

2. Inicio del tratamiento

Si el paciente cree que los medicamentos son dañinos o que la psicoterapia es inútil, probablemente evitará iniciar el tratamiento recomendado.

3. Adherencia y continuidad

Las creencias sobre la duración, eficacia o necesidad de los tratamientos afectan directamente la adherencia. Las interrupciones prematuras son frecuentes cuando se minimiza la enfermedad o se espera una recuperación rápida.

4. Relación terapéutica

La discrepancia entre las creencias del paciente y del terapeuta puede generar resistencias, baja alianza terapéutica y menor compromiso.

Implicaciones clínicas

  • Psicoeducación: resulta clave en las primeras fases del tratamiento, abordando mitos comunes y ajustando expectativas.
  • Modelo explicativo compartido: integrar las creencias del paciente con el enfoque profesional mejora la alianza terapéutica y la adherencia.
  • Intervención sobre el estigma: reducir el estigma interno y social mejora la disposición a recibir ayuda y a mantenerse en tratamiento.
  • Evaluación sistemática de creencias: permite detectar barreras y adaptar el abordaje clínico para optimizar resultados.

Las creencias sobre la depresión y sus tratamientos son factores determinantes en el proceso terapéutico. Modificarlas o integrarlas desde una perspectiva clínica favorece la adherencia, mejora la alianza terapéutica y potencia la eficacia del tratamiento. Incorporar estrategias psicoeducativas y sensibles al contexto es esencial para una intervención eficaz y sostenida.